El enorme bruto ni siquiera ofrece pelea. Subyugado por el poder femenino de la joven y bella amazona, se postra sumiso ante ella y ofrece su cuello a la afilada espada de la chica, que sin dudar un segundo corta gozosa la enorme cabeza del estúpido macho. ¡Magnífico trofeo del que presumirá alegremente ante sus amigas!
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